A vuelapluma - Piui

Nosotras no sabemos silbar. Digo nosotras, Carlita y yo que nos la pasamos todo el tiempo juntas. Las dos somos flacas y altas, tenemos el nombre parecido, vivimos una frente a la otra, tenemos 13 años, nos dicen 11 (por lo de los dos palos)… aunque en el fondo somos muy diferentes.

Equis, lo cierto es que en las Resi, como los intercomunicadores de los edificios no sirven, todo el mundo se llama con un silbido característico. Todo el mundo sabe cuando Leo está llamando o cuando Alfredo llama a Manuelito (bueno, a veces la señora Lula le grita y así nos enteramos mejor), pero en general, la gente se silba.

Mi mamá tiene prohibido que la gente grite nuestro nombre porque le parece una cosa ordinarísima y lo del silbido tampoco lo encuentra muy femenino que digamos, así que empezamos a usar un grito de guerra, no es nuestro nombre, así que mi mamá lo deja pasar y hasta le parece divertido, “Piui”.

“Piui” –grito yo, y Carla se asoma y me dice que ya baja con la mano. A veces le grito desde la casa “Piui”, porque como mi mamá tiene el teléfono bloqueado y no hemos conseguido todavía la llave, no la puedo llamar de una manera decente. Entonces ella se asoma y usamos el lenguaje de manos que hemos inventado. A cada letra del alfabeto, un signo de la mano, no es el lenguaje de manos normal de los sordos, es un lenguaje único entre Carla y yo, y nos contamos todo lo que nos tengamos que contar y quedamos para ir al vóley o para ir a montar bici, vestidas lo más parecido posible.

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