Los Palos Grandes

Hoy salí a caminar por Los Palos Grandes con la excusa de ir a visitar La Quincalla Zoco que estaba de 2x1. Nunca había ido a la mentada Quincalla, pero con la dirección en la mano, me dispuse a reconocer las calles que había recorrido una y otra vez durante mis años de bachillerato.

En Caracas no se camina demasiado, pero para mí, acostumbrada a patear las calles de Manhattan, la distancia entre Bello Campo y la Sexta Avenida de LPG no me sonaba en la cabeza a tanto. Claro, cuando iba como por la cuarta transversal me acordé de que en Manhattan no hay subidas. Pero no iba a dejarme amilanar, así que sudando y aprovechando la acera del tonto (me hace falta agarrar un poco de color), llegué a la Sexta Transversal. No subí por la Segunda Avenida, porque me equivoqué, pero cuál no sería mi sorpresa al darme cuenta de que Zoco está justamente en frente a El Alba, el colegio donde estudié 4º y 5º año.

Al final no encontré nada que me enloqueciera en la tienda, pero el paseo me sirvió para reencontrarme con Los Palos Grandes. Muchas cosas han cambiado, otras, como la frutería La ciruela de la 4ª Avenida, se mantienen en su mismo sitio. Caminar por Los Palos Grandes fue sumamente divertido. Iba caminando e iba recordando los edificios donde vivían compañeros de clase de quienes no recuerdo los nombres. De algunos, recuerdo los apellidos. Armas, vivía en las Residencias Unión, Susana vivía en ese edificio de la izquierda y Mónica y Chela en aquel otro.

Definitivamente, no hay nada como Los Palos Grandes, la zona tiene un aire relajado, los papás de la gente son viejos cool, de barbas largas y guayaberas. En una de esas esquinas tenía (y a lo mejor tiene todavía) Valentina Quintero un chinchorro en el balcón.