Cuando el destino nos alcance

Por Matusalén Gómez.

Hace mucho tiempo se exhibió una película con este nombre en las salas de cine de Venezuela, con un tema por demás interesante, para ser breve, la cinta era acerca del destino del planeta tierra y obviamente del ser humano.

Lo que más atrajo mi atención de la exhibición era ver cómo las personas que llegaban a la etapa final de su vida eran llevadas a un lugar donde se disponía de un agradable entorno, cuasi-paradisíaco y entre música de ambiente y vistas del paraíso a donde iría como destino final, se le suministraba una inyección que acababa con la vida. El cuerpo de la persona, ya sin vida, junto con cientos de cuerpos que terminaban su ciclo vital, caían a una cinta transportadora, que estaba conectada a una fábrica que procesaba alimentos.

Se imagina usted, estos cuerpos eran la materia prima de la fábrica y una vez terminado el proceso o tratamiento, se convertían en alimento enlatado destinado a la población del planeta, que por este método era alimentada.

Es obvio pensar que la humanidad había devastado la tierra.-

¿Cuál es el punto y hasta dónde quiero llegar?, observo que Venezuela sufre un proceso de carencias: de salud, alimentación, seguridad y un largo etcétera, que todos conocemos, pero que se agrava con el factor, confrontación; bajo el concepto que como YO, soy el que tengo la razón, el poder, el dinero, las fuerzas, la ley, y el petróleo, impongo atroche y moche, lo que YO, asumo como verdad y, sin ver hacia atrás con las consecuencias y el daño que se la hace a los venezolanos, procedo a decidir sin otro criterio sino el del YO todopoderoso.

La larga carrera hacia el final parece indetenible.

Pensando solo en primera persona, se amenaza con suspender los envíos de petróleo a nuestro mayor y mejor pagador, los Estados Unidos de América; una estrategia suicida porque solo desencadenará una reacción en cadena, sobre todo en lo que se refiere al suministro de alimentos, repuestos, medicinas, etcétera, etcétera. Parece haberse perdido la sindéresis y el equilibrio, tan importante en estas crisis. La función diplomática que es altamente decisiva ante estas situaciones no se usa o no se toma en cuenta y se supeditan las acciones de solución al capricho del YO, supremo.

La relación -o adonde quiero llegar- es a lo que ocurrirá si no vendemos el petróleo a quien no comparta posiciones claramente dogmaticas e ideológicas con el régimen venezolano; porque como acción directa el chorro de dólares por la venta del oil, mermará en un grado tal, que no permitirá cubrir todas las apetencias del ejercito de fantasmas productivos adosados cual sanguijuelas al tesoro nacional, que va a camino a convertirse en un tesorito.

Y el final del relato que debemos asociar con el destino es que si no vendemos petróleo para comprar alimentos, prepare el gusto, el olfato, el estómago y quién sabe qué otra cosa porque lo que se come o parte de ello, va a parar al cerebro, y puede imaginarse los muchachos y muchachas que nazcan con el cerebro negro; ¡fin de mundo compadre! y el epílogo es que el petróleo no lo servirán con cucharilla sino que vendrá en cuñetes, por lo cual o se lo toma con pitillo o directamente del barril y el que no resista el intento, morirá negro o por lo que se comió o por la arrechera. En consecuencia el cadáver no servirá para convertirlo en alimento y ahí si que definitivamente el destino nos alcanzará.-

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