Esto no es un cuento Tertuliana, es la realidad de lo que ocurre en un país que dejaste hace 6 años. Ahí va:
Conocí a José Gregorio hace 12 años, buen muchacho, segundo hijo de Carlos que debido a la muerte de su esposa, tuvo que criar solo y con poca ayuda a los hijos, como es frecuente en nuestra América, solo que en este casi le toco al padre.
Carlos, un hombre de pocas palabras, no fumaba ni tomaba, eso sí, su escuela de la vida fue la empresa Polar, semillero de muchos venezolanos. El caso es que los muchachos se convirtieron en adultos y gracias al ejemplo paterno, en buenos trabajadores. De hecho José Gregorio trabajó conmigo casi 2 años como chofer.
Estando al servicio de una empresa de alimentos como vendedor, le toco la amarga experiencia de recibir un tiro de escopeta en la cara por parte de un desalmado; el daño fue total, la cercanía del disparo le arranco la mandíbula inferior, el paladar y toda la dentadura, además de los daños colaterales de haber sufrido este espantoso accidente y quedar vivo.
Fue trasladado a un hospital de Caracas, José Gregorio ha sido operado 8 veces, se le colocó una prótesis metálica que sustituye su mandíbula, le han hecho injertos. Su cara, reconstruida a medias, ha sido pegada al pecho, por ello su paladar tiene pelos.
Esta cruz la ha soportado estoicamente. Siempre me pregunté por él y ayer día llegó un automóvil y me llamó la atención porque estaba muy cerca, cuando bajé el vidrio del auto ahí estaba José Gregorio, eran sus ojos y tenia parte del rostro cubierto. Al verlo solo atiné a decir: Dios te bendiga.
Este es el rostro de tu país, Tertuliana, donde mueren día a día más gente que en Irak, y que hasta el momento nadie denuncia que el estado de terror en que vivimos es terror de estado, y en consecuencia un crimen de lesa humanidad.
Matusalén Gómez, se despide.
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