A vuelapluma - Misa

En mi casa nadie va a misa los domingos. Mi papá dice que es ateo y no entra a la iglesia ni en los bautizos, pero a veces voy a la misa de las 6 con Luisa.

Me siento en la butaca de madera y me quedo maravillada viendo los vitrales tan grandes, tan coloridos y tan aterradores. Parece que en cualquier momento me fueran a atacar. Luisa se arrodilla un rato antes de que la misa empiece y reza. Yo me sé el Padrenuestroquestásenelcielo así que yo también me arrodillo y rezo eso que es lo único que me sé.

Cuando la misa empieza ya soy mejor persona. O eso creo, porque después me doy cuenta de que no me sé la misa y solo la gente buena, la que va a misa todos los domingos, se la sabe. Entonces estoy muy atenta del momento en que se supone que debo decir algo y muevo los labios y murmuro cualquier cosa porque no sé lo que dicen.

Así por lo menos parece que soy buena y que me sé la misa. ¿No será eso peor?

Luego empiezan a cantar con unas voces horribles unas canciones que no me sé, no entiendo por qué dicen “Rosana en el cieeloo”, la única Rosana que conozco es mi primita y no está en el cielo, sino en su casa.

Yo soy pequeña, pero no tanto como para no entender que el Cura acaba de decirnos corderos. Yo no quiero ser cordero.

No sé, creo que esto de la iglesia no es para mí. ¿No debe uno salir de aquí siendo una mejor persona? Yo sigo con mi actitud piadosa hasta el final cuando nos dejan ir en paz, aunque en mi cabeza estén dando vueltas miles de corderos.

Comentarios

Anónimo dijo…
Muy bueno, Claudia. La logica de la infancia es imbatible y la has reflejado muy bien en este relato.
Lillian

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