Regreso

Por Matusalén Gómez

El grito era mudo ya que no expresaba lo que quería que escucharan ¡Aaauuxilio! ―gritaba y le parecía que no le oían en su angustia.

En su particular encierro solo sus ansias le acompañaban.

¿Por qué no responden? ―se preguntaba

No deseaba estar ahí y sin embargo allí estaba inamovible. Solo su silencio le acompañaba.

El porque el destino le había llevado a aquel tormento tampoco lo entendía.

El silencio se extendía, era como encontrarse en el desierto de Atacama, solo sal y tan vasta extensión que sus ojos no alcanzaban a encontrar el horizonte.

¡Auxilio! ―repitió y llegó el ruido. Al principio como un murmullo y luego como una tormenta. Llegaron muchas voces, todas las voces y pensó que sus oídos no soportarían tanto ruido.

Apaguen el ruido ―gritó, y de tanto hacerlo solo un hilito de su voz se escuchó.

De pronto el mundo se marchó, ya no escuchó el tormento y como en un mal sueño despertó y se dijo: ahora estoy donde siempre quise estar. Nadaba en el líquido amniótico, estaba en el vientre de su madre. De regreso.

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