A vuelapluma
Mi mamá se la pasa diciéndonos que no podemos tirar la comida, ni decir que algún alimento es guácatela, porque hay muchos niños que se mueren de hambre en el mundo y que soy una mala si no me como mi comida.
En la tele siempre pasan imágenes de niñitos negritos y flaquitos y barrigones que tienen moscas revoloteándole en la cara y yo quisiera ayudarlos.
A mí se me ocurre que si todos los que pudiéramos diéramos un bolívar, a los mejor podríamos ayudar a que la gente no se muriera más de hambre.
Que conste que a mí me dan dos cincuenta para la merienda del colegio. Así que ese bolívar es un sacrificio para mí. Un sacrificio que estoy dispuesta a hacer no solo para ayudar a los niñitos con hambre, no solo porque las niñas que se portan bien van al cielo, sino sobre todo, porque así podría dejar de comerme la comida que no me gusta sin que mi mamá me hiciera sentir responsable por el hambre del mundo.
No sé, es una idea nada más.
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Lillian