Del Apóstol San Pablo a Timoteo

Por Matusalén Gómez


He de confesar que en estos últimos días me ha entrado un surmenage, un bajón, un down, pero debo compartir con ustedes las razones de tan inusitada conducta. Veamos, los amigos y relacionados se niegan a conversar con uno decentemente, es decir que eluden hablar de las condiciones en que se desenvuelve el país. Viéndome ante tal situación apelé a mis recursos espirituales y me fui a la Misa del domingo. A la entrada de la iglesia tomé la hojita que permite a los fieles seguir la misa a través de las lecturas seleccionadas de la Santa Biblia. Y me consigo pues, sentado esperando a que comience la misa. Mientras, voy ojeando y me tropiezo con que San Pablo hace casi dos siglos le escribe a Timoteo: “Te ruego hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, suplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz”.

Me detuve en ese parágrafo y me pregunté ¿tengo o debo, pedir, rogar suplicar y graciosamente accionar por todos los hombres, no tengo problema –me dije- pero cuando me toca hacerlo en particular por las autoridades y el Jefe de Estado, de verdad que no me nace, no me sale hermano y no son actitudes viscerales; es que me cuesta se me forma un nudo en la garganta; cómo le puedo explicar al Apóstol San Pablo que el país está invadido por una potencia política, pero que las más altas autoridades y el mismísimo Jefe de Estado pidieron y pagan esa invasión, que hay 30.000 Cederristas cubanos, metidos hasta el alma de Venezuela y son protegidos por el glorioso ejercito (en minúsculas) “ejercitito de libertadorcitos” y no pasa nada.

Pablo, hermano, cómo vivir como ciudadano tranquilo y en paz, si la corrupción, si lo poco que queda de soberanía, está perdido y en malas manos; si nuestra juventud, con muy honrosas excepciones, se les presenta un futuro ideologizado y no pasa nada; si la expresión, la manifestación, la propiedad o sea la heredad que deberías dejar a tus hijas e hijos, el gran mantuano decidió que ya no es tuya, que será del estado Todopoderoso y que no habrá poder en la tierra que no sea el socialismo XXI, y que los muchachos tendrán al levantarse, todavía lagañosos, saludar al que no sabemos todavía quien será, porque el papá y la mamá serán sustituidos por un gran retrato del Che, y al grito de “patria, socialismo o muerte”, a paso vivo y bajo la música de la Belachau, se dirigirán al baño o la letrina.-

Deslicé la vista hacia el último parágrafo y leí: “Quiero pues que los hombres, libres de odios y divisiones, hagan oración dondequiera que se encuentren, levantando al cielo sus manos puras. Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Comentarios

Entradas populares