A vuelapluma

Luis Carlos me pidió el empate y, aunque a mí me gusta mucho, muchísimo, me dio un ataque de pena y salí corriendo sin decirle nada.

Esto fue en el colegio, estábamos sentados en el murito de afuera del salón grande y salí corriendo por el patio con el corazón en patineta y la barriga como si me acabara de bajar del Loco ratón.

Apenas me calmé, supe que lo había arruinado todo. ¿Cómo iba a volver a donde Luis Carlos y decirle que sí, que sí quería empatarme con él? No, no puedo hacer eso. Yo no sé nada de nada. Nunca he tenido ningún novio, ni ningún empate, ni nada de eso.

Por eso, porque soy una ignorante en estos asuntos, le pido consejo a Ana Cecilia que, aunque estudia segundo años con nosotros, tiene como 15 años porque vino de Colombia y tuvo que repetir un año.

Su consejo no me ayuda. Me dice que hable con él, pero yo no séeeee. Nada más imaginarme diciéndole algo me hace sentir muy tonta. Además del ridículo que acabo de hacer al salir corriendo.

¿Qué vamos a hacer? Yo no sé cómo hacer eso. La verdad que no tengo valor.

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Ha pasado una semana y no se ha hablado más del asunto. En esta semana ya tengo rayado el disco de Frank Quintero.

Yo quería que mi hermana interviniera, que, como las de 4to año se la pasan consintiendo a Luis Carlos porque es el más lindo del colegio y tiene unas pestañotas bellísimas y todo eso, le dijera que su hermanita, o sea yo, era una tonta que sí quería empatarse con él. Pero mejor que no, que no le diga nada, porque por donde quiera que se mire quedaré como una boba.

Con esta creo que aprenderé que algunas oportunidades solo se presentan una vez en la vida. Mientras tanto Frank sigue torturándome “Y sin querer evitarlo, me estoy enamorando de ti”.

Comentarios

Anónimo dijo…
Épale Claudita
Te he dejado mi comentario en sopotocientos.
Un beso!

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