La tele

Por Matusalén Gómez

Veía un programa de la serie del History Channel, por Vale TV eran las 6 de la tarde, y la cámara se desplazaba en un ángulo cerrado mostrando los mosaicos de las ruinas de Pompeya, mosaicos multicolores con una técnica pasmosa, ya que recreaban la vida cotidiana de los habitantes pompeyanos. De pronto, todo se volvió rojo. Y una voz de bajo pero muy fúnebre dijo: “¡Esta es una transmisión conjunta(...)!” y me dije en voz alta: “¡coño otra cadena!”, reconozco que ya por reacción condicionada al escuchar esa voz de inmediato cambio el canal, pero ese día el cable falló, me dije: “apago la tele, y me pongo a escuchar música”, pero mi olfato pudo más que mi estomago y a continuación lo que ocurrió.

Ahí estaba, como aparece siempre, el ciudadano presidente. Llenaba la pantalla con su figura entre sonriente y maldiciente, mi vista se sentía pesada porque no distinguía bien entre tanto rojo, y obligué a mis cansados ojos a otro esfuerzo, quizás era un anuncio importante, dudé, mientras la cámara ahora en un gran angular cubría todo el espacio del que fue el Teatro Teresa Carreño y se veía una gran cantidad de personas que plagaban el foro. El monocolor circundante no permitía distinguir otra cosa que gorras y franelas.

El espectáculo estaba por comenzar.-

Él, aporreador de púlpito, hablaba y hablaba, y cuando en busca de aire se detenía, aquella masa uniforme, vitoreaba y aplaudía; y ÉL, más grande que nunca con su infinita sabiduría juraba penetrar la mente del pueblo y entre palabras y la voz que cada vez se elevaba más y más, hablaba de guerra y no de paz, decía representar a los pobres y por debajo de su muñeca asomaba a ratos un Longines, quería calmar el hambre de la gente y su figura rechoncha destacaba en la pantalla, decía respetar al soberano y en un rictus entre nervioso y malvado, semióticamente estudiado, traslucía su animo de venganza, hablaba de religión y de creer en el Altísimo, pero su macabra letra mataba al hermano. Ya no hablaba ¡!escupía!!. Solo el vaso de agua cerca pudo aplacar al sosias. Y yo entre asombrado y asustado me dije: “este de bueno ni el nombre lo enFRIAS”.

La gente bramaba y brincaba entre gritos de Aleluya, es el salvador, decían, que viene en nombre del Mesías. En un arranque de fuerza y como por arte del diablo un Kalashnikovs surgió y ¡!ÉL!! apuntó a la pantalla, yo del susto, y ya pensando en mi vida, de un salto fui al suelo a parar y en un sálvese quien pueda, el control quise usar, pero en mis tímpanos retumbó un salvaje grito de: “Rodilla en tierra” y arrodillándome pedí: “perdón, no me mate”, y así de asustado estaría que en mis pantalones vi una mancha que no era el agua que aquel carajo tomó.-

Es que es loco, pensé, si es que de lo que habla es de odio y, sin pensar el daño que hace, repite de noche y de día que el imperialismo viene, que Mr Bush, es el diablo, que los marines están en La Guaira aprovechando que por fin el viaducto es la vía. No comprendo, no lo entiendo como aquellos carajos con la boca abierta y la mirada perdida seguían como pendejos aquella tamaña porfía. Es que la ideología les fundió el cerebro. Después de que ha jodido a casi media humanidad.-

Con sobrehumano esfuerzo y después de arrastrarme hacia él, por fin conseguí agarrar el control y apagar aquella vaina. Y después de aquel malvado día no hay más TV, porque el gobierno decía que el que a ÉL, no lo viera, hasta el control le quitarían y yo solo recuerdo a aquel estudiante que de los Andes venía y que en voz baja decía: Patria: Venezuela. Socialismo: el democrático. Muerte: la natural.

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