Armas, ¿para qué?

Por Matusalén Gómez

Siempre he sido un hombre de paz, por aquello de que es mejor una buena carrera y oír por allí huyó que escuchar ahí cayó.

Cuando muchacho, cuando quise dar mis peleas o mis propias batallas, en general siempre fui vencido, quizás también por eso prefiero abrigarme con el manto de la armonía y la paz.

Es más, en mi vida de hombre casado, cuando sobrepasé las barreras del status matrimonial, en pocas palabras “me porté mal” siempre salí trasquilado, de allí quedan mis dos divorcios de los cuales hoy no quiero hablar.

En base a estas experiencias siempre he visto con suma cautela lo de los enfrentamientos. Quiero agregar que ni para el ejercito serví; en su momento salí sorteado, y en consecuencia llamado a ser un soldado de la patria, y ¡qué va!, con algo de astucia escapé, a veces por un pelo, de que me llevaran. Mi mamá me decía: Matusalén, por aquí estuvo la gente de la prefectura buscándote y yo me desentendía del tema. Pasó el tiempo y nada, me imagino que se cansaron de buscarme. Total, la vida continuó su camino.

Todo este tema viene al caso porque desde hace algún tiempo se escucha aquello de los fusiles rusos, de los aviones, de la repotenciacion de armas y sobre todo la parafernalia militarista propia del camarada Ugho.

Por mi mente a veces pasaba la idea de que todo esto eran ganas de gastarse unos cuantos millardos de dólares en chatarra militar, y cuando escuchaba las marchas militares todo aquello dentro de un ambiente de órdenes y sonido de trompetas dando el parte del comienzo y el final del desfile, veía la mirada de aquellos hombres y mujeres dirigiéndose hacia el infinito y oía el ¡aaarrrrrr!, seguido del choque de los tacones: prass, prass; también era el circo necesario para insuflar a la soldadesca el aire necesario para mentalizarlos para las próximas batallas.

Pero la cosa no es así, ya que resulta y acontece que el objetivo es el país hermano, sí esté pendiente aquí al ladito: Colombia. Anótelo, la trastada mental del inefable y nunca bien ponderado Ugho, nos lleva directo a una confrontación; y es que como se deslizan los acontecimientos se agotan las respuestas y no vayamos muy lejos y retrocedamos un poquito la historia.

¿Recuerda cómo empezó el lío de las Malvinas y en lo que terminó? pero aún hay más y aunque no pretendo bajo ninguna circunstancia pasar por historiador, pasa que el régimen venezolano vive su peor momento y paso a paso aquel castillo de arena reforzado con la montaña de dólares proveniente de los imperios: americano, chino, indio, etcétera, ya no basta para tapar al peor gobierno que ha tenido este desdichado país, y ¿cuál será el camino para unir detrás de un solo líder el intento del imperio para hollar el suelo de la sagrada patria? el pleito con Colombia.

Las alianzas que vienen dándose desde hace mucho tiempo por parte del proyecto son contranatura, y roguemos al Señor, para que haya un alto en esta desesperada carrera por mantener en el tiempo algo ya calificado por la historia de fracaso y que Venezuela no sea arrastrada por acontecimientos que marcarán para toda la vida, porque lo que esta planteado es una guerra de hermanos contra hermanos.

Del tema hay mucho para hablar, solo ofrezco desde una óptica llana y primaria la percepción de los sucesos y como cuando muchacho, creo que es preferible no dar esta batalla, porque me huelo que ésta tampoco la vamos a ganar.

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