Zapatos

...Continuación

Qué mierda, pensó. Se distrajo escuchando trozos de conversaciones que no eran con ella. Estaba un poco cansada. Como en todas las fiestas la gente no hacía más que hablar mal del anfitrión. Que si la cava Codorniu es lo más ordinario que hay, que en Barcelona es el champán de los pobres, que qué se habrá creído, que si en realidad el tipo no es ni talentoso, que si es un artista conceptual y no sabe ni encender la cámara, que si eso es lo bueno de ser gay, que el círculo te acoge y te conecta con la gente correcta.

No quiso escuchar más. Como si a ella le importara que la cava fuera buena o mala. En su cabeza las cosas no seguían una lógica lógica.

Un alboroto al otro lado la despertó de sus divagaciones. Anunciaron que el artista iba a estrenar “entre amigos” su nueva obra. Todas las luces se apagaron y empezó a rodar una proyección por todo el loft. Eran palabras. Palabras proyectadas por todas las paredes, por el piso, palabras inconexas. De fondo de oía un ruido parecido al que hacen los ganchos cuando la gente los desliza en los tubos en una tienda. Un ruido metálico y constante.

Las palabras seguían proyectándose en la ropa de la gente, en sus caras. La palabra “fate” apareció en un rostro que ella no pudo diferenciar entre la masa. El ritmo era frenético, solo el ruido y las palabras que se detuvieron abruptamente dejando el loft a oscuras.
La música del Dj comenzó sin dar tiempo a digerir nada. La gente aplaudió. Algunos hasta pensaron que la pieza había sido buena.

Ella decidió irse en ese instante. No pudo más con la noche. Fue al baño, luego recogió su bolso y su abrigo y cuando fue a buscar sus zapatos se dio cuenta que los de él no estaban. Casi suspiró aliviada al darse cuenta. Igual no había nada que hacer ahí.

Hay un grupo de gente esperando en el ascensor. No quiere ver a nadie. Con la mirada gacha ve los zapatos iguales a los suyos, pero ya es tarde.

No quiere levantar la vista. Ya había dado la caza por terminada. Con los ojos cerrados y sin levantar la vista, entra al ascensor. Mira las paredes. Ahora el juego es no verlo, no caer en la trampa.

El ascensor baja lento, lentísimo, haciendo un ruido que quizá sea el mismo que el artista grabó para su pieza, aparte de eso el silencio se estira con el tiempo.
Al llegar abajo, él la espera y le dice, ya no aguantaba más estar ahí, te he estado esperando toda la noche.

Comentarios

Entradas populares