A vuelapluma
Cuando sea grande
Cuando me preguntan qué quiero ser cuando sea grande, siempre respondo que quiero ser un Ángel de Charlie. La gente se ríe de mí y no entiende porque quiero ser como Sabrina, eso, un Ángel de Charlie como Sabrina, que es la que hace cosas inteligentes.
Mi mamá dice que, como soy tan peleona, debería ser abogada, porque siempre contesto y no quiero perder una. Pero yo insisto ¡Ángel de Charlie!
Yo no soy peleona, aunque todos los demás en mi casa digan que sí. Por ejemplo, si mi hermana, Mora, Luisa y Beatriz se encierran en un cuarto y no me dejan entrar, a mi me da rabia y peleo. Le doy golpes con los puños a la puerta. Quiero saber qué están haciendo allá adentro, pero por muy duro que le dé, no me abren. Me acuesto en el piso y empiezo a darle patadas a la puerta y nada que me abren. Yo creo que son crueles. Seguro que no están haciendo nada y se encierran solo para fastidiarme.
¿Ves?, si yo fuera un Ángel de Charlie como Sabrina, primero, no me dejarían afuera, porque yo sería más inteligente que ellas; segundo, aunque me dejaran afuera, seguro encontraría la forma de abrir la puerta sin necesidad de caerle a patadas –que además de doler, no abren la puerta; y tercero, mi silueta estaría en la foto de los Ángeles de Charlie.
Cuando me preguntan qué quiero ser cuando sea grande, siempre respondo que quiero ser un Ángel de Charlie. La gente se ríe de mí y no entiende porque quiero ser como Sabrina, eso, un Ángel de Charlie como Sabrina, que es la que hace cosas inteligentes.
Mi mamá dice que, como soy tan peleona, debería ser abogada, porque siempre contesto y no quiero perder una. Pero yo insisto ¡Ángel de Charlie!
Yo no soy peleona, aunque todos los demás en mi casa digan que sí. Por ejemplo, si mi hermana, Mora, Luisa y Beatriz se encierran en un cuarto y no me dejan entrar, a mi me da rabia y peleo. Le doy golpes con los puños a la puerta. Quiero saber qué están haciendo allá adentro, pero por muy duro que le dé, no me abren. Me acuesto en el piso y empiezo a darle patadas a la puerta y nada que me abren. Yo creo que son crueles. Seguro que no están haciendo nada y se encierran solo para fastidiarme.
¿Ves?, si yo fuera un Ángel de Charlie como Sabrina, primero, no me dejarían afuera, porque yo sería más inteligente que ellas; segundo, aunque me dejaran afuera, seguro encontraría la forma de abrir la puerta sin necesidad de caerle a patadas –que además de doler, no abren la puerta; y tercero, mi silueta estaría en la foto de los Ángeles de Charlie.
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