EL MANDADO
Y me cuentas que te mandaron a buscar una botella de refresco de un litro, de cuando no había de las irrompibles, sino que todas eran de vidrio. Y tú, a pesar de las advertencias de tu mamá, decidiste ir en patineta.
Tenías como 10 años y te sabía a nada lo que tu mamá te dijera y era más chevere y más rápido irte en patineta, porque eras el astro de la patineta y nunca te caías, excepto aquella vez que la botella voló de tus manos pequeñas en patineta y tú volaste detrás de la botella y aunque te caíste y te pegaste un golpe durísimo, la botella no se cayó y tú llegaste orgulloso con tu botella completica, un dolor en el culo y un raspón en en brazo que no le mostraste a tu mamá.
Ahora ya aprendimos, tú y yo y casi todos, que cuando las madres sentencian una cosa, esa cosa es la que va a pasar, entonces no debemos hacerla.
Tengo un triciclo rosado con tiritas que le cuelgan del manubrio y una cestica para llevar a la muñeca que se llama Magdalena que no ganó el concurso de muñecas porque, aunque es rubia, es más bien fea y dientona y sobre todo porque la muñeca de mi hermana es más linda, aunque le cortó el pelo porque ¿qué niña no? pensó que le iba a crecer ¿Le creció? No, no, claro que no. Pero quedó linda y ganó de todas maneras.
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Lillian G.