Una tontería
Ayer me llevé una sorpresa. Desde finales de enero he estado recordando mucho a Sábato y sus casi 100 años. Primero porque vi a un amigo regalar Sobre héroes y tumbas, y decir que era una de sus novelas favoritas. Después, porque yo, en venganza, le regalé La resistencia; y para terminar el ciclo, él, mi amigo, me prestó reciente España en los diarios de mi vejez, un libro que yo ni siquiera sabía que existía.
Este lunes finalmente comencé a leerlo y me encontré con esta descripción de Madrid:
“La ciudad por la que siento nostalgia, la que ansiosamente deseo reencontrar, no es la que estoy viendo, áspera y prestigiosa ciudad europea con sus antiguos mármoles, sus fuentes y monumentos, el empedrado de sus plazas, su majestuoso Prado, sino aquella que conservo a salvo en los espacios de la memoria, una ciudad construida por aromas, sonidos, el declinar de una tarde, una esquina, una cena compartida. Por algo tan leve, pero de tanta gravedad, hecho de presencia y de espíritu. Sí, sobre todo de espíritu.”
Me sorprendió que ambos hubiésemos utilizado adjetivos tan parecidos para describir esta ciudad. Áspera, dice él; rugosa, digo yo. Y que coincidamos también en esa manera de querer asir las ciudades que se nos escapan.
Prometo que no lo había leído cuando escribí el post titulado NY Nostalgie, que en algo se le parece y confieso absurdamente que me alegra que una visión nos haga afines. O al menos eso me gusta pensar, aunque sea una tontería.
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