El patio de recreo


¿Qué se yo qué hora sería? Como las once o así, me imagino. Esos momentos de la mañana que normalmente se esfuman sin que nos enteremos.

Pasamos por ahí camino al metro y las risas de los niños nos hacen recordar. Risas como cosquillas que corren, que se liberan de los salones con paredes azul celeste y maestros aburridos llenos de tiza.

En mi memoria los niños persiguen a las niñas para asustarlas con chicharras. Y otras niñas saltan la cuerda mientras repiten una cancioncita o juegan pisé en ese tiempo eterno que dura 15 minutos.

No nos hemos alejado demasiado cuando escuchamos levemente el timbre.

El recreo se ha acabado y nosotros apuramos el paso, no vaya a ser que nos cierren la oficina a donde tenemos que correr a hacer la diligencia.

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