Medio entrecomillas
Hace rato que leí el ensayo de George Steiner llamado Nostalgia de absoluto. Lo había leído hace quizá cinco años y como el librito es pequeño lo retomé hace un par de meses para llevarlo en el bolso. No recordaba que Steiner planteaba –y justamente de eso se trata el libro- que las llamadas ciencias o ideologías del siglo XX, habían venido a ocupar el vacío dejado por las religiones.
En una de las reflexiones de este blog plantee la idea de la semejanza de la fe religiosa con la creencia ciega en Chávez. Tan ciega que en menos de un mes, sus seguidores votarán por un “sí” que ni siquiera saben a lo que corresponde. “Si Chávez lo propone, debe ser bueno, creemos en lo que él dice, aunque no sepamos, o no entendamos exactamente de qué se trate”.
Steiner plantea de forma brillante la semejanza del marxismo con la religión: “Creo que podemos reconocer en la historia del marxismo cada uno de los atributos que hemos citado como características de una mitología en la plena acepción teológica. Encontramos la visión del profeta y los textos canónicos que son legados al fiel por el más importante de los apóstoles (…). Encontramos también la historia del feroz conflicto entre los herederos ortodoxos del maestro y los herejes (…). Cada vez (y este es el escenario teológico) un nuevo grupo de herejes se separa (…). El marxismo tiene sus leyendas y su iconografía, (…) el marxismo tiene su vocabulario. El marxismo tiene sus emblemas, sus gestos simbólicos, como cualquier creencia religiosa trascendente. Dice al creyente: “Quiero de ti un compromiso total. Quiero de ti una implicación total de tu conciencia y tu persona en tu dedicación a mí”. Y a cambio, como hace la gran teología, ofrece una explicación completa de la función del hombre en la realidad biológica y social. Y sobre todo, ofrece un contrato de promesa mesiánica con respecto al futuro”.*
Uno se queda pensando. La responsabilidad a la que nos enfrentamos en los próximos días es grande. Yo no estoy en Venezuela, pero algo hay que hacer. La gente está harta, no quiere ir a votar. Los partidos políticos han demostrado que les falta madera de partidos políticos. El llamado de los partidos no debe ser a ejercer presión para que no se repita lo del referéndum y las elecciones pasadas. Su labor es negarse a asistir a una contienda electoral con maquinitas y, por falta de previo aviso, sin testigos internacionales.
Su labor es crear una nueva religión, algo en que la gente pueda creer. Los votantes son como esos enamorados que les han roto demasiadas veces el corazón. Tienen miedo de volver a enamorarse. Pero ahora sí. Con esta sí es verdad que nos la echamos encima. Si hasta ahora nos habían ido arrebatando los espacios de a poquito, como para no darnos cuenta, esta vez, hay que ser tonto para no caer. Y a los venezolanos no nos gustan que nos tomen por tontos.
No dejemos en manos de los estudiantes un liderazgo que no les corresponde, aunque lo han ejercido con más valor que cualquier politiquero. No pongamos en manos de la gente una labor que corresponde a los militares. ¡A despertarse! Que a este punto la gente corre o se encarama.
*Nostalgia del absoluto, George Steiner, Biblioteca de ensayo Siruela, pp 30-31
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