A vuelapluma - Un cochinito verde

Tengo un cochino verde y grande que he ido llenando con las moneditas que me quedan de la merienda. Ya lo abrí una vez, para comprarme unos zapatos como los de la película Vaselina.

Mi hermana y Luisa me ayudaron. Para sacar el dinero sin que la alcancía quedara inutilizable, primero Luisa calentó un cuchillo grande y cuando estuvo al rojo vivo, lo usó para abrir más la ranura del lomo del cochino plástico. Entonces, utilizamos una regla de colegio y a medida que la sacábamos y metíamos íbamos arrastrando las moneditas.

–¡Buuu, lo que tienes son puras puyas! –eso no vale para nada–. Eso fue lo que me dijo mi hermana, después de ver cómo caía el montón de moneditas color cobre. Pero desde que vio que el dinero me había alcanzado para comprarme los zapatos, le tiene el ojo puesto al cochinito. Yo lo tengo escondido por si acaso.

Tengo que tener cuidado, sobre todo cuando viene a hipnotizarme con la cancioncita: El mundo gira, gira, gira y el tonto lo mira, mira, mira. Yo trato de no hacerle caso, pero aunque trato de revertir el efecto de la canción cambiándole la letra a todo grito: El mundo gira, gira, gira y el SABIO mira, mira, mira; lo cierto es que no puedo dejar de mirar cómo le da vuelta al brazo.

Sabia o tonta no me puedo dejar hipnotizar. Tengo que concentrarme y no dejarme vencer. La integridad de mis ahorros depende de ello.

Desde que Luisa apareció bailando Pajarillo verde con su vestido de flores verdes, ahora, cada vez que mi hermana codicia mi tesoro, le canta Cochinito verde cómo no quieres que compre, cochinito verde cómo no voy a comprar…

Lo más importante es no dejarme hipnotizar. No dejarme hipnotizar. No dejarme hipnotizar.

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