Los egos son así

Un ego pequeñito veía sorprendido a un ego gigaaante. –¿Cómo hará? –se preguntaba– ¿Cómo se llega a ser tan grande?

Como era pequeño y era un ego, no había manera de que se atreviera a preguntarle nada a aquel gigantesco y admirado señor. Tímido, el ego pequeño se quedó por ahí, mirando, a ver si podía aprender algo del ego gigante.

Había en la sala otros egos. Egos de estatura mediana, algunos más gordos que otros, otros más refinados, alguno que pretendía ser más importantes por rechazar una copa de vino que no llenaba sus expectativas de ego catador.

Pero esos egos no le llamaban la atención a nuestro pequeño amigo que sudaba frío nada más de pensar en acercarse al ego de su admiración.

–¿Y si me acerco y me trata mal? –pensó conforme a su manera de ser– seguro que me tratará mal, me ignorará, me desconocerá, soy tan poca cosa.

Sin embargo no se marchó. Se metió debajo de la mesa donde el ego gigante estaba, rodeado, como siempre están los grandes egos, de egos normales que también parecían derretirse por él. El ego pequeño veía cómo se hinchaba y crecía y casi levitaba ese ego con cada frase de admiración que le era profesada.

Luego empezó a escuchar con atención lo que el ego gigante decía. –Mmm ­–pensó el ego enanín–, esa frase la he oído antes. Y ese enunciado del que habla como si fuera propio pertenece a otro ego, sí, no puedo recordar a cuál, pero lo sé. Siguió escuchando, concentrado, solo para darse cuenta de dos cosas fundamentales, una, que nada de lo que decía este ego gigante con tan aparente sapiencia, no era en realidad de su cosecha, y dos, que con cada cosa dicha, algo crecía en el cuerpo del pequeño.

Se aburrió pronto del juego, ya no le parecía ese ego ni tan gigante, ni tan admirado. Por otra parte, él mismo, se atrevería a jurar que hasta había crecido un poco, pero no mucho, no crean, un ego pequeño es un ego pequeño, y solo a ratos puede sentirse crecer, sobre todo cuando tiene la suerte de desenmascarar, aunque sea para sí, a uno de estos egos gigantes.

Comentarios

Anónimo dijo…
Muy bueno, Claudia. Que metafora!!
Lillian

Entradas populares