A vuelapluma – Beatri

Este es un A vuelapluma distinto. En realidad, no es un A vuelapluma porque quien habla no es mi yo niña, es mi yo de ahora, el de hoy, y lo hace sobre una persona que fue muy importante en mi vida y que murió la semana pasada.

Ya la han oído nombrar muchas veces en esta sección, en grupo, cuando hablo de “las muchachas” o sola. Se trata de Beatriz, o Beatri, como siempre le dijimos.

Beatri llegó a la casa cuando yo no tenía ni un mes de nacida. Mi mamá salió a trabajar muy pronto, así que Beatri era mi segunda mamá. A Beatri le debo mi pasión temprana y luego mi repulsión absoluta por las caraotas con azúcar y por la papilla de cambur. A Beatri le debo el diagnóstico de mingona de la terapista de lenguaje porque a los cinco años no sabía pronunciar la ese… decía eche, ni la erre. Era Beatri quien se turnaba con mi mamá hasta la media noche en la mecedora para dormirme. Fue Beatri quien, al darse cuenta de que yo queriéndomelas tirar de viva derramaba el Toddy caliente de la merienda sobre la mesa, devolvió el chocolate a la taza y me obligó a tomármelo de todas maneras.

Gracias a Beatri tuvieron que rescatarme los bomberos porque me dejó encerrada en la casa cuando fue a botar la basura, por culpa de Beatri al año y medio era adeca y saltaba en mi cuna al grito de “Carlos Andrés, Carlos Andrés”… claro que eso duro muy poco.

Beatri es la de la sabiduría de Caripito, la de la famosa frase, “no estamos gordas, lo que estamos es hinchaditas”, Beatri, que cuando llegó a mi casa era solo una muchachita y que luego, gracias a que mi mamá la ayudó y claro al esfuerzo y determinación propias, se convirtió en una gran mujer, estudió un poco de secretariado, trabajó aquí y allá, se casó, tuvo dos hijos, se separó, se devolvió a Maturín, montó un quiosquito de empanadas y echó pa’lante sola con sus chamos.

Hace poco le habían diagnosticado leucemia. Le estaban haciendo quimioterapia. Mi mamá la había ido a ver un mes atrás y la había encontrado bien, igual que siempre, con una sonrisa siempre en la boca. Mi Beatri, la pequeñita. Creo que ya a los diez años yo era más alta que ella.

Quise ir a verla ahora que yo estaba en Caracas, pero la muerte es así, no espera aunque uno crea que sí. Tenía años que no la veía, para mí, como lo dije antes, ya Beatri había muerto un poco, no la voy a extrañar en mi día a día, pero dentro de mí algo se rompió la madrugada del jueves.

Comentarios

Anónimo dijo…
Lo siento mucho, Claudita... Un abrazo enorme...
Marileo dijo…
Ay mi niña... yo también tengo mi Beatri, se llama Antonia y de cariño le llamamos Antoñita... llegó a mi casa cuando tenía 3 meses de nacida, tengo ahora casi los 40, y todavía trabaja en casa de mi mamá, en lo que puede, porque dice que se aburre en la suya y necesita ver también a su otra "familia"...

Por lo demás, sin comentario...

Un beso grande.

Marileo.
naufrago dijo…
un abrazo claudia, que pueda y llegue a la parte de ti que se rompe, pero que llegue despacio para que no rompa mas. por nuestra extremada atencion a lo diario de nuestro estilo de vida, a veces olvidamos que ella tambien es parte, solo la recordamos cuando llega, saluda y se va. para ti mi bendicion.
Unknown dijo…
Dios!!! Conmovedora historia. Lo lamento mucho, un beso y nos vemos prontiiiiisimo! :)
carloszerpa dijo…
La mia era mi segunda madre
la quise y la continúo amando
se llamaba Petra, pero yo siempre la llamé mamá pepa.
practicaménte me crió... se fue de casa cuando yo ya tenía 14 años... esto me pegó fuerte, muy fuerte.
siempre la ví hasta que se hizo muy viejita y luego se murió.
murió una de mis dos madres la otra la de sangre vive y ya tiene 85 años...

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