Sujetos de estudio

Ellos nunca habían sido amigos, ni novios.

Desde que se conocieron, ella lo había contratado para que hiciera un trabajo, habían sido amantes, o poco menos que eso.

No sabían demasiado el uno del otro.

Nadie sabe exactamente por qué las cosas se dieron así. Nunca se vieron como una pareja. Sin embargo cada tanto compartían por pocos días un juego erótico que los derretía a fuego lento.

Sabían, además, que nunca llegarían al punto de ebullición, al menos no en presencia del otro.

Sus encuentros en persona pueden contarse con los dedos de una mano. Y eran tan esporádicos que se perdían en el tiempo.

Aparentemente, ella le temía como se les teme a las drogas o al exceso de alcohol ¿Y si me gusta demasiado y luego no sé cómo safarme?

Él, según se deduce, se sentía seducido por su voz, pero era incapaz de entregarse.

El juego parecía a ratos doloroso.

De sus conversaciones se puede pensar que él tenía un sentido más bien muy básico y que a ella esa franqueza estúpida le hacía gracia. Si no fuera porque sabíamos que ella no era tonta, podríamos imaginarlo que lo era, es más, que era una niña idiota, si tomáramos en cuenta solo lo que aflora en la superficie.

Esa bipolaridad era típica de ella.

Todas las conversaciones entre estos dos sujetos de estudio tenían un metamensaje. Tal vez sabían que los observábamos, o lo sospechaban.

El tiempo hace que las relaciones cambien. No ésta, sin embargo.

Conpletamente olvidados el uno para el otro, y de nosotros, durante años y he aquí que cuando menos lo esperábamos reaparecen, tímida, desmemoriadamente. Mira que no recordar a la gente que has besado. Así es el recuerdo, traicionero y maleducado.

Pero no había por qué tomárselo a mal. Sobre todo si el corazón empezaba a latir tan rápido de repente.

Sabiéndola, sin conocerla, él le ofreció ayuda. Están a punto de verse, pero las cosas no se dan. No en ese momento, luego sí, se ven, se miran, hablan, toman café, se sienten incómodos en el lugar donde están. Y se despiden, adiós.

¿Cómo será quererla? ¿Cómo será querer a alguien, a alguien cualquiera?

Se han dicho cosas, él dice menos que ella, pero quiere más. Simplemente ella sabe expresarse mejor con palabras.

Ella aún no lo ha hecho, pero lo hará, le dirá: "Dame imágenes para estudiarte, para saber lo que piensas, lo que sientes".

No diremos que esto no fue aburrido a ratos. Los enamoramientos solo son emocionantes para quienes los viven. Para los demás son mera cursilería.

Los encuentro siempre habían sido muy cinematográficos. Meticulosamente planificados por él. El lugar, la hora del día, las acciones. Era como si preparara un decorado para una obra, o un set para una película. Si ella llegaba antes tenían que esperar en un café hasta que la luz que él había previsto fuera perfecta.

A ella estas cosas la intrigaban, la excitaban. Le gustaba dejarse llevar por los juegos de este maniático, pero al poco tiempo empezó a hartarse. Yo diría que nosotros lo notamos antes que ella, en cualquier caso, lo notamos definitivamente antes que él, tan ensimismado estaba. Pero eso había sido antes. Ahora ya no se veían, sólo hablaban.

Al volverse encontrar ella parecía interesada en él de nuevo. Como si nada hubiera pasado, como si no recordara nada de lo anterios. No podíamos imaginar por qué. Ella misma se había fastidiado de sus juegos hacía apenas algunos años. Él se desaparecía, no le hablaba por días, por semanas mientras ella agonizaba por tener noticias suyas. Esperaba sentada frente a la computadora. Dejaba de hacer las cosas que tenía que hacer solo esperando un simple hola.

A veces, según ella, de forma cruel, él aparecía un viernes muy tarde solo para desearle un feliz fin de semana. Entonces ella pensaba: "Está pensando en mí. Pero, ¿he estado esperando toda la semana por estas cuatro palabras? Yo también tengo amor propio, eso dijo, o lo pensó, para nosotros da igual. Pero era falso, es decir, es falso pensar que el amor propio dependa de dejar de esperar que la persona que nos ilusiona aparezca.

Ella tenía que decidir si seguir el hilo hasta que llegara a su fin o parar la situación en seco. Decidió aceptarlo, aguantarse, prefirió la ilusión de algún imposible que la ausencia de una ilusión.

No siempre era fácil para nosotros comprender ese tipo de actitudes. Exactamente por eso estudiábamos a sujetos como esos.

Comentarios

Anónimo dijo…
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