RESOLUCIÓN

I
Después de haber sobrevivido al accidente que casi lo mata, Alberto había decidido que viviría cada día como si fuera el último.

Hizo las paces con sus antiguos enemigos, comenzó a llamar a sus padres todos los días en la mañana para asegurarse de que estuvieran bien. No dejaba ninguna riña a medio discutir, ni con su mujer ni con nadie. Quería estar preparado si le agarraba desprevenido el momento de morir.

Al poco tiempo se dio cuenta de que su resolución no era tan fácil de cumplir.

Desde las decisiones más simples hasta las más complejas se hacían aún más complicadas al pensar de esa manera.

Con respecto a la alimentación ¿qué sería mejor? ¿Comer todo lo que se le antojara o por el contrario cuidarse enormemente? Después del accidente sabía que sin importar cuánto se cuidara, igualmente podía quedar en el sitio en cualquier momento, pero la recuperación había sido lenta y dolorosa y la idea de volver a un hospital por negligencia alimentaria lo convenció de que debía cuidarse... pero no tanto.

Una de las decisiones que marcó definitivamente el nuevo rumbo que tomaría su vida fue aquella vez que lo invitaron a la despedida de soltero de un compañero de la oficina en un club de stripers.

Alberto no estaba seguro de qué se arrepentiría más en su lecho de muerte: de no haber vivido la experiencia, aunque fuera una vez, de ir a un sitio de estos, o de mentirle a su esposa, a quien sin duda tendría que inventarle una historia.

Decidió ir.

Después de sopesarlo todo, e imaginarse moribundo, supuso que sería más fácil confesarle a la esposa la niñada: "Amor, aquella vez que te dije que tenía que entregar un trabajo, en realidad era la despedida de soltero de José y fuimos a un club de stripers. No pasó nada, disculpa por haberte mentido". Claro que la esposa lo perdonaría, después de todo estaba muriendo. Era más fácil pedirles perdón a otros que pedírselo a uno mismo. También se imaginó diciéndose: "¿Ves, pendejo? Ahora ya está... nunca podrás ir a un bar de esos en la vida..." y ante ese argumento tan amargamente real en ese trance tan irreversible, sí es verdad que no iba a poder decir nada.

(Continuará...)

Comentarios

Entradas populares