Una ventana azul

Una ventana azul que no da a ningun lado. Un olor a madera vieja, a humedad, la nariz se entera y no deja de llorar. Esta opresión en el pecho. Eso es lo que me aterra, eso y la ventana azul que no da a ninguna parte.

A primera vista parece una ventana cualquiera, pero no, yo sé que no lo es. Una trampa. Sentarme aquí no va a arreglar nada.

No puedo respirar.

La ventana azul está cerrada, pero aunque estuviera abierta no llevaría a ninguna parte. ¿Yo qué sé? Déjame en paz, déjame en paz.

La frustracion, la locura. Pertenecer a algo... aunque sea a algo vago, ayudar.

Habría que gritar muy fuerte para que escucharan los dioses. O no gritar, desdoblarte en pedacitos pequeños, con o sin sentido. Origami o pedazo de papel doblado tirado en la basura, da igual, da lo mismo, esta vida, esta vida.

Cualquier cosa es capaz de desatar la desolación, porque la he visto, porque estoy triste, porque la ventana azul no se abre en realidad. Respirar profundo, esperar el golpe, esperar lo que va a pasar. Venir aquí y mirar la ventana, no por la ventana que tiene un cerrojo grande y pesado. Habría que romper los candados, o la ventana.

Respiro cada día, cada día es un reto, sin lamentarme, sin pensar porque si lo hago me desintegro.

Desintegrarse. La vida puede ser dificil.

Arriba de la ventana azul, la que está cerrada, la que no da a ninguna parte, la pared esta abierta, no hay techo, se puede saltar por encima y yo sigo viendo la ventana azul, como si fuera lo único que existiera en este mundo.

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