Por amor a Dios

Por Matusalén Gómez

La emoción de poder vivir momentos como el del rescate de Ingrid Betancourt, nos recuerda que aun cuando estemos sumidos en la más profunda crisis vivencial, siempre habrá en nuestra mente la posibilidad, el hálito, la esperanza de que llegará el momento en que las cadenas caerán y volveremos a la libertad.

Así es la mente del ser humano.

Pero hay más, si usted se detiene, escucha y observa hay un elemento a mi juicio de vital importancia en estos procesos, hablo de la espiritualidad. En palabras mayores la fe. En cada uno de los seres que convivieron por seis largos años en condiciones ambientales, de trato, alimentación, degradación, aislamiento, humillación y hasta encadenados, nunca murió la esperanza y una de las razones mas poderosas es el haber creído que mas allá de aquel proceso, que por encima de la animalidad en su más abyecta expresión, que se usó para quebrar sus fortalezas, estaba Dios Todopoderoso.

Vea usted el rosario que tiene Ingrid en su mano derecha, detalle usted el respeto de sus compañeros al reconocer ante las cámaras su amor por la vida, basado en sus creencias en la oración. Es más, hasta el alto mando militar de Colombia, encabezado por el Ministro de la Defensa, ante el llamado a la oración hecho por el Capellán, acata y acompaña como signo de respeto a quien estuvo siempre presente en aquellos maltrechos corazones desarraigados de su entorno vital por terroristas de la mas baja calaña.

Es bellamente impresionante y perdonen el uso del adjetivo, cómo el valor de la fe, mueve a estas personas a creer que el uso de la inteligencia y de las capacidades que tiene el estado colombiano no son suficientes si no estuvieran apoyados por el valor espiritual.

¿Será este el valor que falta en Venezuela? ¿Sera la pérdida de los principios cristianos y el no creer en nada ni en nadie, lo que sume al pueblo venezolano en la más absoluta mediocridad? Por último, enaltece hasta las lágrimas ver la figura de Ingrid Betancourt, como mujer como madre y como política emerger de la prehistoria para, frente al mundo, perdonar a sus torturadores.

Valga este ejemplo de Ingrid para sentir que no todo está perdido y que el reencuentro con la espiritualidad es necesario e imprescindible para encontrar el camino de la paz a este país llamado Venezuela.

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