A vuelapluma - Mi tía Isabel

Mi tía Isabel es como Mary Poppins solo que no es niñera, ni canta, ni tiene una maleta mágica, ni vuela con un paraguas.

Cuando mi tía Isabel llega, mi mamá le pide que la ayude a arreglar las gavetas y los clósets y ella, como por arte de magia, transforma el desorden en impecables y felices montocitos de ropa dobladita.

Mi tía Isabel cose y no hay nada en este mundo que ella no pueda arreglar o crear para ti. Desde las cosas más simples (como hacer que mis pantalones brincaposos de larguirucha me lleguen a los tobillos) hasta muñecas de trapo con ojos grandotes y manos de fieltro.

Las uñas de sus pies y sus manos están siempre pintaditas y su piel es suave y sin pelitos. Una foto del momento en que sale de un avión con un vestido blanco, una pamela y lentes oscuros me hacen pensar en ella como un personaje salido de una película.

No importa donde viva mi tía Isabel, su casa siempre está en orden, es como si el caos no pusiera alcanzarla nunca como al resto de nosotros, que por muy ordenados que seamos alguna cosita dejamos regada de vez en cuando por ahí.

Fue ella quien me sacó los piojos uno a uno cuando me cayeron en el colegio. Mi tía Isabel recoge las migajitas de pan de la mesa, lava los platos aunque no haya agua y hace mil maravillas con esas manos suaves y bien cuidadas.

Yo sé que mucha gente tiene una tía Isabel, pero nadie, nadie, nadie tiene una tía Isabel como la mía... bueno a excepción de mi hermana y mis primos.

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