Quién era...

Su voz era dulcísima, como una melodía que encantaba; cuando la escuchabas era como si te vieras envuelto en un hechizo. Al oírla parecía imposible que algo pudiera serle negado.

Sus maneras eran tan delicadas que te hacía sentir como si nunca antes te hubieran tratado con amabilidad. La cadencia de su caminar, el ritmo con que hacía las cosas, la calma de sus manos... la forma en que tocaba un objeto cualquiera te daba la confianza necesaria para entregarle hasta el bien más preciado.

Era grácil, comprensiva, atenta, elegante, era casi perfecta.

Casi perfecta, pero tenía un par de problemas...

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