Epílogo
–¡Imbéciles!, ¡imbéeeeeeciles! –es lo único que se escucha en casa durante todo el día.
A mamá le diagnosticaron cáncer terminal hace seis meses. Le dieron cinco meses de vida.
Mamá siempre ha sido lista, así que no nos sorprendió que comenzara una búsqueda frenética en Internet.
Cuando llegó un paquete con su nombre, a nadie se le ocurrió preguntarle qué demonios era.
Era un loro gris africano.
Lo bautizó con su nombre, aun sabiendo que era macho; y le enseñó a decir ¡Imbéciles!
Fue la manera más eficaz y duradera que encontró para que no nos olvidáramos de ella.
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