¿Qué libro?
A uno de los grupos al que pertenezco en FB es al de relectura, que es el avatar en FB del sitio de internet www.relectura.org, un portal sobre literatura bastante interesante. El tema de discusión era, ¿Qué libro no recomendarías jamás? Total que el tema despertó en mí el espíritu periodístico y me dio por escribir esta cosa larguísima que no iba a subir como opinión sobre el tema, pero que al final, creo que valía la pena decir. Es una especia de relato sobre mi experiencia en eso de comprar libros para que la gente lea.
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Uno de los trabajos más interesantes que he tenido, fue ser editora de Círculo de lectores en Nueva York, yo venía de dirigir Todo Oídos, una revista de música en Caracas, la experiencia de TO no pudo ser mejor escuela para el nuevo reto. En ese momento, (años 2000-2001) el Círculo de lectores de Estados Unidos era el único que no pertenecía a la gigante Bertelsmann, por eso, teníamos bastante independencia en cuanto a los libros que comprábamos y ofrecíamos.
Mi principal responsabilidad como editora, aparte de las obligaciones administrativas, era comprar libros en español, sobre todo libros provenientes de España, Argentina y México, y escribir las reseñas de esos libros en el catálogo. Para decir algo positivo sobre cada libro, tenía que leérmelos con una mente bastante abierta sin perder de vista que el negocio básico de este tipo de empresas es vender libros, mientras más, mejor.
La población hispana de Estados Unidos es bastante variopinta, pero la mayoría está conformada por mexicanos. En algunas zonas hay también gran presencia ecuatoriana, colombiana o cubana, pero en general existe este prejuicio que supone que los hispanos no leen, que son poco letrados y que la literatura les interesa muy poco. Es decir, lo mismo que se podría decir de los lectores venezolanos. Algo que, como pude comprobar, no es del todo cierto.
Por ahí he leído comentarios sobre leer “libros buenos”, el problema con esos argumentos es que son en extremo subjetivos. Personalmente, pienso que Paolo Coelho es terrible, no se lo recomendaría a ningún amigo, pero sí lo compré, y bastante, para Círculo de lectores. Hay gente a quien le gusta y esa gente tiene todo el derecho de leerlo. Lo bueno es que quienes somos lectores de Marías, o de Donoso o de Bolaños, también tenemos el mismo derecho.
Hay tipos de lectores, no lo digo yo, lo dijo Cortázar hace años; pero para mí todos merecen respeto y deben tener la posibilidad de aprender algo en alguna página.
Me pasaba a mí y he visto que le pasa a mucha gente a mi alrededor que no es que no quieran leer, es que no saben por dónde empezar. Hay falta de orientación. Y digamos que de cada tema hay autores más serios que otros. Es decir, que si a ti te interesa la autoayuda, yo te diría que mejor que Coelho, leyeras a Bucay, o cuando te agotes de Coelho y sientas que no te está diciendo nada nuevo, busques un poco más allá, o más acá.
Es como con la música, si te gusta Arjona (a mí personalmente me parece un exabrupto), por qué no ir un poquito más allá y escuchar a Pedro Guerra o a Ismael Serrano, por decir lo primero que se me viene a la cabeza… lo malo es que algunas de esas opciones no se encuentran en la mesa con tanta facilidad como Arjona o Coelho. Y todo se vuelve un círculo vicioso. Se tiende a pensar que estos autores son los que más venden porque son los que la gente compra más, pero es también quizá, porque es lo único que conocen.
Las listas de los Best Sellers del New York Times la encabezan libros que yo no leería. No diría que son los mejores en sus categorías, pero definitivamente son los que más venden, (de ahí su nombre). Nadie dice que son los Best Books (y quién se atreve a juzgar eso), pero cuando uno se sube al metro de Nueva York, es casi sublime ver a tanta gente leyendo, aunque sea la última novela de misterio de Kathy Reichs. Por cierto El Alquimista de Coelho figura entre los cinco primeros de la lista del NYT de esta semana en la categoría de Ficción en libros de bolsillo.
La gente lee lo que le dicen que lea.
Por eso me sentía tan orgullosa en mis tiempos de editora de Círculo, de ver que aunque el libro de portada fuera la biografía de Don Francisco (a la gente le encantan los chismes de farándula), dentro del catálogo estuvieran siempre las secciones de literatura universal e hispanoamericana; y además tener el gusto de no solo publicar una reseña del último libro de García Márquez o de Isabel Allende, sino colar por ahí El cartero de Neruda, de Skármeta, y decir en la reseña que fue el libro en el que se basó Il Postino, y que alguien se interesara en leerlo y de ahí siguiera halando ese hilo invisible y quizás leyera la reseña del libro de al lado que lo llevara a otro autor hasta entonces desconocido para él, en esa onda de “si le gustó tal libro, seguro disfrutará tal otro”.
Eran otras épocas, en las que casi no se conseguían libros en español en Estados Unidos, e Internet aún no tenía tanto alcance. Y es cierto, para Círculo de lectores, comprar literatura era más caro, el margen de ganancia era menor, comprábamos 50 ejemplares en lugar de 400 de cada título, pero el lector interesado tenía la oportunidad de elegir. Ahora, lamentablemente, es difícil ver esos libros en los catálogos de los nuevos clubes de libros que pertenecen a las grandes corporaciones, pero eso es ya otra historia.
¿Qué tenemos que crear? Lectores interesados, da igual lo que lean, da igual cuál sea su interés, pero que vayan un poco más allá de las opciones obvias que se ofrecen en los estantes grandes de las librerías. Por eso sitios como este son tan importantes.
Tal vez la pregunta que deberíamos hacernos no es qué libro no recomendarías, sino cuál sí.
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Uno de los trabajos más interesantes que he tenido, fue ser editora de Círculo de lectores en Nueva York, yo venía de dirigir Todo Oídos, una revista de música en Caracas, la experiencia de TO no pudo ser mejor escuela para el nuevo reto. En ese momento, (años 2000-2001) el Círculo de lectores de Estados Unidos era el único que no pertenecía a la gigante Bertelsmann, por eso, teníamos bastante independencia en cuanto a los libros que comprábamos y ofrecíamos.
Mi principal responsabilidad como editora, aparte de las obligaciones administrativas, era comprar libros en español, sobre todo libros provenientes de España, Argentina y México, y escribir las reseñas de esos libros en el catálogo. Para decir algo positivo sobre cada libro, tenía que leérmelos con una mente bastante abierta sin perder de vista que el negocio básico de este tipo de empresas es vender libros, mientras más, mejor.
La población hispana de Estados Unidos es bastante variopinta, pero la mayoría está conformada por mexicanos. En algunas zonas hay también gran presencia ecuatoriana, colombiana o cubana, pero en general existe este prejuicio que supone que los hispanos no leen, que son poco letrados y que la literatura les interesa muy poco. Es decir, lo mismo que se podría decir de los lectores venezolanos. Algo que, como pude comprobar, no es del todo cierto.
Por ahí he leído comentarios sobre leer “libros buenos”, el problema con esos argumentos es que son en extremo subjetivos. Personalmente, pienso que Paolo Coelho es terrible, no se lo recomendaría a ningún amigo, pero sí lo compré, y bastante, para Círculo de lectores. Hay gente a quien le gusta y esa gente tiene todo el derecho de leerlo. Lo bueno es que quienes somos lectores de Marías, o de Donoso o de Bolaños, también tenemos el mismo derecho.
Hay tipos de lectores, no lo digo yo, lo dijo Cortázar hace años; pero para mí todos merecen respeto y deben tener la posibilidad de aprender algo en alguna página.
Me pasaba a mí y he visto que le pasa a mucha gente a mi alrededor que no es que no quieran leer, es que no saben por dónde empezar. Hay falta de orientación. Y digamos que de cada tema hay autores más serios que otros. Es decir, que si a ti te interesa la autoayuda, yo te diría que mejor que Coelho, leyeras a Bucay, o cuando te agotes de Coelho y sientas que no te está diciendo nada nuevo, busques un poco más allá, o más acá.
Es como con la música, si te gusta Arjona (a mí personalmente me parece un exabrupto), por qué no ir un poquito más allá y escuchar a Pedro Guerra o a Ismael Serrano, por decir lo primero que se me viene a la cabeza… lo malo es que algunas de esas opciones no se encuentran en la mesa con tanta facilidad como Arjona o Coelho. Y todo se vuelve un círculo vicioso. Se tiende a pensar que estos autores son los que más venden porque son los que la gente compra más, pero es también quizá, porque es lo único que conocen.
Las listas de los Best Sellers del New York Times la encabezan libros que yo no leería. No diría que son los mejores en sus categorías, pero definitivamente son los que más venden, (de ahí su nombre). Nadie dice que son los Best Books (y quién se atreve a juzgar eso), pero cuando uno se sube al metro de Nueva York, es casi sublime ver a tanta gente leyendo, aunque sea la última novela de misterio de Kathy Reichs. Por cierto El Alquimista de Coelho figura entre los cinco primeros de la lista del NYT de esta semana en la categoría de Ficción en libros de bolsillo.
La gente lee lo que le dicen que lea.
Por eso me sentía tan orgullosa en mis tiempos de editora de Círculo, de ver que aunque el libro de portada fuera la biografía de Don Francisco (a la gente le encantan los chismes de farándula), dentro del catálogo estuvieran siempre las secciones de literatura universal e hispanoamericana; y además tener el gusto de no solo publicar una reseña del último libro de García Márquez o de Isabel Allende, sino colar por ahí El cartero de Neruda, de Skármeta, y decir en la reseña que fue el libro en el que se basó Il Postino, y que alguien se interesara en leerlo y de ahí siguiera halando ese hilo invisible y quizás leyera la reseña del libro de al lado que lo llevara a otro autor hasta entonces desconocido para él, en esa onda de “si le gustó tal libro, seguro disfrutará tal otro”.
Eran otras épocas, en las que casi no se conseguían libros en español en Estados Unidos, e Internet aún no tenía tanto alcance. Y es cierto, para Círculo de lectores, comprar literatura era más caro, el margen de ganancia era menor, comprábamos 50 ejemplares en lugar de 400 de cada título, pero el lector interesado tenía la oportunidad de elegir. Ahora, lamentablemente, es difícil ver esos libros en los catálogos de los nuevos clubes de libros que pertenecen a las grandes corporaciones, pero eso es ya otra historia.
¿Qué tenemos que crear? Lectores interesados, da igual lo que lean, da igual cuál sea su interés, pero que vayan un poco más allá de las opciones obvias que se ofrecen en los estantes grandes de las librerías. Por eso sitios como este son tan importantes.
Tal vez la pregunta que deberíamos hacernos no es qué libro no recomendarías, sino cuál sí.
Comentarios
Respecto a tu frase "La gente lee lo que le dicen que lea" la puedo cambiar el verbo "leer" por el verbo "pensar" y me pongo triste porque pienso que es tan cierta como la tuya, en demasiados casos.