Lluvia con sol



Cuando era niña me decían que cuando llovía y hacía sol era porque la diabla y el diablo se estaban peleando. No recuerdo qué me imaginaría yo entonces. ¿Al diablo que llegaba tarde y a la diabla que, molesta, le formaba un lío? No tengo ni idea. Lo que sí sé es que cuando llueve y hay sol me da una sensación de cosa contraria, de oxímoron, de que algo no está donde debería estar.
Hoy tocan Los amigos invisibles en Madrid y esta mañana ha estado lloviendo con sol. Para algunos de los venezolanos que vivimos aquí es motivo de reunión y de alegría. Recordamos viejos tiempos, cómo hemos visto crecer al grupo desde que tocaban en garitos de Las Mercedes y Los Chaguaramos... hasta dónde han llegado... nos reímos, nos llenamos de anécdotas, siempre vemos gente que ni sabíamos que andaban por aquí y queremos disfrutar a tope de la “Venezuelan gozadera”.
Pero hoy no estamos para gozaderas. Hemos estado esperando este concierto con alegría y hoy que ya nos toca ir no sabemos cómo sentirnos. Como cuando llueve y hace sol. Hemos quedado los amigos, suponemos que será mejor drenar las emociones entre gente que entiende perfectamente lo que pasa.  ¿Cómo se sentirán los chicos de la banda? El show debe continuar, supongo.  Y estaremos todos ahí, ellos y nosotros con el corazón un poco destrozado, tal vez pensando que los muchachos muertos hace dos días ya no podrán disfrutar de otro concierto.
Pues nada, esta noche ahí estaremos, tal vez es cierto que al menos todos reunidos estaremos mandando energías positivas para el país y para los familiares de los asesinados.
Ahora mismo ya no llueve.

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