El silencio del inocente
Por Matusalén Gómez
El niño de siete años sin decirle nada nadie, un mal día fue tomado de la mano por su abuela, posiblemente la persona en quien mas confiaba y en un bolsito donde apenas cabía una camisa y un pantalón salió de la que había sido su casa, detrás dejo a sus otros hermanitos, no hubo tiempo para él de despedidas y sin querer de pronto de vio viajando en un bus sin saber el destino, (o lo que le deparaba).
Solo veía a través de la ventana el pasar del tiempo y con temor volteó hacia la adusta matrona y con temor le pregunto ¿abuela donde vamos?
No hubo respuesta.
Ya casi al atardecer arribaron a un pueblo desconocido, el solo sabía que era muy lejos. Y allí casi siendo las seis de la tarde, la abuela toco a una puerta de madera, de donde al momento surgió una mujer alta y de cara severa, saludo rápidamente a la abuela y esta le entrego al niño.
Solo sintió cuando la puerta se cerró tras él y la mujer le dijo soy tu tía y con un rictus amargo en su boca lo llevó hacia un patio trasero donde se conformaba una cocina a medio hacer y un patio con un árbol que se convertiría en su amigo.
Pasó el tiempo y en una noche oscura a aquella criatura abandonada se le acercó un hombre joven, hijo de la llamada tía, y tapando con su mano grotesca la pequeña boca del niño para que no gritara cometió el abominable crimen.
Nada se oyó
Nadie escuchó.
Con el tiempo, aquella criatura fue rescatada de las manos del hambre y la explotación a que era sometido y al regresar se escondía de sus hermanos y buscaba el silencio. Ni el mismo en su maltratada inocencia sabía qué y cómo expresar lo que había ocurrido.
¿Dónde estaba el ángel que debió protegerlo de aquella salvaje bestia?
Hasta hoy no se sabe
Y aquel ser, marcado para toda su vida, escogió vivir solo.
Incapaz de hablar para no romper su silencio.
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