Luz de diciembre


Edward Hopper
Hotel Room
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid


Él la espiaba en silencio mirándola por un ladito de la cortina mientras ella se duchaba.

Ella, absorta en sus pensamientos, no se dio cuenta hasta que él le dijo: te ves hermosa.

Ella pensó que si hubiera sido su esposo podrían haber terminado haciendo el amor en la ducha, bajo el agua; pero él era su amante y ya no tenían tiempo para más. Tenía que irse de prisa a preparar la comida de los niños.

No le gustó que la agarrara desprevenida en una acción íntima. No había tenido tiempo de meter la barriga, de disimularla tomando una postura más erguida.

A él le encantó verla así. Sin que ella lo supiera. Ese día la vió más bella que nunca.

La luz de diciembre entraba por la ventana del cuarto de baño y hacía que de su piel emergiera una luminosidad especial.

Recordó además que fue así como comenzó todo. Con él espiándola.

La amó profundamente.

Esa fue la última vez que se vieron.


Comentarios

wow, todo esos sentimientos a partir de un cuadro... interesante ejercicio literario.
lola dijo…
madera, madera, de escritora. Bienvenida al grupo madrileño. Hoper es uno de mis preferidos y mas este cuadro. Buen post.
Anónimo dijo…
Este sí que me ha gustado, Claudia. Refleja tan bien a esa mujer de Hopper, inmersa en la luz, perdida en sus pensamientos.
Lillian
Claudia Cazorla dijo…
Perdonen que no había respondido a los comentarios.
Joseph, ya sabes cómo son estas cosas, no sé qué fue primero, el huevo o la gallina. Creo que la imagen me estaba ya dando vueltas en la cabeza, y luego fui al Thyssen y vi el cuadro (Lola, Hopper es también uno de mis favoritos y fue una sorpresa encontrárme justo este cuandro ahí) y todo encajó perfectamente (para mí, jeje). Gracias Lilian, me gusta que te guste, sé que eres una excelente (y exigente) lectora.
Gracias a todos.

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