En la cueva
Ella le baila a su gitano.
Hay unas seis personas más en la cueva, pero a ella eso le da igual.
A él no le importa que a ella le falte un diente, ni que la tripa se le escape por el borde de una camiseta demasiado pegada y extremadamente corta, ni que las plantas de sus pies, ahora descalzos, se descubran de un color negro mate.
Él la acompaña con las palmas, la mira, la alienta, la ríe.
Y ella es hermosa con su elipsis en los dientes y sus leggins apretados y su pancita afuera.
Ve a su gitano, no aguanta la tentación de ir a besarlo, le planta un beso sin parar de bailar y vuelve al ruedo donde es reina llevando el ritmo con las palmas... ¡anda! clap, clap, clap ¡anda! carracachá cachá, clap, clap.
Hay unas seis personas más en la cueva, pero a ella eso le da igual.
A él no le importa que a ella le falte un diente, ni que la tripa se le escape por el borde de una camiseta demasiado pegada y extremadamente corta, ni que las plantas de sus pies, ahora descalzos, se descubran de un color negro mate.
Él la acompaña con las palmas, la mira, la alienta, la ríe.
Y ella es hermosa con su elipsis en los dientes y sus leggins apretados y su pancita afuera.
Ve a su gitano, no aguanta la tentación de ir a besarlo, le planta un beso sin parar de bailar y vuelve al ruedo donde es reina llevando el ritmo con las palmas... ¡anda! clap, clap, clap ¡anda! carracachá cachá, clap, clap.
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