A vuelapluma - La muda

La muda vive en el piso de abajo, de su boca solo salen gritos que no se entienden y es muy, pero muy chismosa... y eso que no habla.

Si ve a mi hermana por ahí abajo, espera hasta sentir que mi mamá llega del trabajo en la tarde y a los cinco segundos le cae a golpes a la puerta durísimo.

Entonces empieza a contarle a mi mamá de una manera muy atropellada, que vio a su hija, es decir, a mi hermana, abajo con un muchacho, y que tenían agarradas las manos y hasta los vio dándose un beso.

La muda tiene un nombre, pero todo el mundo le dice simplemente la muda. Vive con su esposo y su mamá que está muy viejita y anda en una silla de ruedas. He oído que el esposo de la muda es un santo por aguantarselas a las dos.

Los lunes, la abuela, que es la única que le entiende, baja a rezarle a las ánimas en casa de la muda.

Nosotras no le abrimos la puerta a la muda cuando mi mamá no está porque empieza a hacer gestos y a balbucear cosas que no entendemos y nos desesperamos, así que no le abrimos y ya.

Hay que ver, hay que ver, la muda no habla, pero ¡qué lengua tiene!

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